Fuente: Clarín Espectáculos
El bajista y uno de los líderes de la banda eligió una peculiar vía para contar el final de los Fab Four de Liverpool.
Después de una década de las más intensas en la historia moderna de la música, en la que cuatro ingleses cambiaron para siempre el rumbo del rock y el pop,Paul McCartney anunció en 1970 la separación de The Beatles, mensaje para el que eligió una particular vía de comunicación, de la que este 9 de abril se cumplen 51 años.
El bajista de la legendaria banda de Liverpool se encargó de ponerle palabras a una decisión que el cuarteto había estado madurando, en virtud de los proyectos solistas de cada uno de ellos había encarado, y del desgaste que generó en la relación de una década con un vértigo difícil de mensurar generado por el éxito la locura generada alrededor de The Beatles.
Los Fab Four de Liverpool habían comenzado en 1960 su derrotero de diez años que incluyó 13 discos de estudio, giras tan extensas como intensas, presentaciones multitudinarias y una locura global antes de que el planeta conociera la real dimensión de la globalización, porque The Beatles fue una de las grandes revoluciones culturales que tuvo el mundo moderno.
Hasta que en abril de 1970, uno de sus integrantes verbalizó, con un mensaje aun ambiguo, el anuncio que la mayoría no quería escuchar: había llegado el momento de que separaran los caminos musicales de Paul McCartney, John Lennon, George Harrison y Ringo Starr.
Los diarios británicos del 10 de abril llegaron con la noticia bomba. Era domingo, y por ende la penetración informativa fue mucho más contundente porque el volumen de ventas de la edición dominical de los periódicos siempre fue superior que el resto de los días de la semana. El sensacionalista Daily Mirror puso un título en tono catastrófico en su tapa: Paul quits The Beatles, o Paul abandona The Beatles.
Paul era McCartney, bajista y uno de los líderes musicales de la banda, como parte fundacional y por haber formado, con John Lennon, la dupla compositiva que le dio solidez a la agrupación, ya que la mayoría de los éxitos llevaron la firma de ambos. Había llegado a los medios masivos de comunicación con un mensaje original, en coincidencia con el lanzamiento del primer disco en su carrera solista.
Nada parecía ser casualidad. El vinilo se llamaba McCartney, a secas, como un sello que tenía implícito un mensaje tan fuerte como las dos páginas que acompañaban el embalaje, en la que se dejaba constancia de una serie de preguntas que el propio músico respondió como parte de la campaña para la aparición del trabajo iniciático en la nueva etapa de su carrera musical.
Y las respuestas, hay que decirlo, eran insinuantes pero no confirmatorias; lo que le daba el tono más dramático era la ola de versiones de peleas y diferencias que ya circulaban alrededor del cuarteto. Y por ello los diarios, sobre todo los más amarillistas, se encargaron de subir el tono y poner en el contexto que pudo sonar exagerado, pero era ni más ni menos que real.
En el comunicado integrado con el disco, había cuatro preguntas que McCartney respondía sobre The Beatles:
Al día siguiente, con la sociedad en estado de ebullición, el sello Apple intentó aplacar la onda expansiva de la bomba que había soltado Paul McCartney el día anterior, porque la discográfica no podía quedarse callada frente a la posibilidad tangible de perder su máximo tesoro, esa mina de oro que eran The Beatles.
“Ya llegó la primavera y mañana el Leeds juega contra el Chelsea y Ringo, John, George y Paul están vivos, bien y llenos de esperanza. El mundo sigue andando y también ustedes y nosotros. El momento para preocuparse será cuando el mundo pare. No antes. Hasta que eso pase los Beatles están vivos y bien. Y la música sigue sonando”, decía el comunicado que se encargó de repartir la compañía. Nada pudo frenar la ola generada por las tapas de los diarios.
La separación era de cuatro pero el quiebre, en verdad, se había apuntalado en dos: en consonancia con el liderazgo de tenían en el grupo, todos los reflectores apuntaron a señalar a McCartney y Lennon, la batalla de egos de ambos y la influencia que habrían generado en el conflicto las respectivas esposas de ellos, Linda y en especial Yoko Ono.
Los problemas en el seno del cuarteto de Liverpool habían comenzado en 1968, en plena grabación del Disco Blanco. El primero en expresar su malestar fue Ringo Starr, el último en sumarse a la banda. Luego fue George Harrison el que plantó bandera ante el presunto maltrato de McCartney. Y en 1969, después de regresar de una gira con la Lennon Ono Band por Norteamérica, John había vuelto a Gran Bretaña dispuesto a disolver la banda.
Pero primero eligió reflexionar en silencio, lo que le dio a Paul McCartney el tiempo de asumir el liderazgo de la separación. Lennon se enojó, se pelearon, se tiraron dardos a través de las letras de sus canciones. Lo que había sucedido era demasiado fuerte para volver, y no se trató sólo de la forma en que el bajista eligió comunicar la virtual disolución de la banda: peor fue que lanzó su primer disco solista apenas dos semanas antes de que se editara Let It Be, el último trabajo de The Beatles. De eso no se pudo volver.