El grave caso de deforestación de las reservas forestales de la ganadera y agrícola Palmeira SA, ubicada en Corpus Christi, Canindeyú, sigue impune, pese a existir desde el 10 de diciembre un dictamen lapidario del Ministerio del Ambiente (MADES) al respecto, que condena a la empresa, representada por, sus propietarios, José Luis Manzoni y Marta María Manzoni Real a una multa de 20,000 jornales más la recomposición del daño.
La resolución, donde se califica de “infracción gravísima” la conducta de Manzoni W. , y de la empresa fue remitida a la Fiscalía de Delitos Ambientales y la misma habría cajoneado dicho expediente, supuestamente por presiones de algún tipo proveniente del citado empresario Manzoni, quien sería el directo responsable del delito cometido.
Lo que agrava el hecho, aparte de la evidente inacción de la fiscalía ambiental, son los oscuros motivos por los cuales la Fiscalía del Ambiente estaría actuando de modo cómplice con el deforestador, que no solamente presiona a la fiscalía sino que, descaradamente “apela” la resolución, de modo a dilatar aún más, chicaneando y evitando el pago de la multa, que ya debería haberse cancelado a fines del mes de diciembre, y lo que es más grave, seguir, según nuestras fuentes, cometiendo más delitos del mismo tipo dentro de la propiedad, en vez de, como indica la sentencia del MADES, iniciar la reforestación de las más de 500 hectáreas de bosques que depredó descaradamente.
Las imágenes satelitales muestran con claridad el gravísimo daño ecológico causado impune e intencionalmente por Manzoni en nombre de la empresa Palmeira S.A., además de las fotos tomadas por los interventores del Mades y la Fiscalía en su momento, que aparte de claras, son dantescas.
La pregunta que queda es… que pasa en la Fiscalía del Ambiente? La Fiscalía General del Estado debe tomar urgentemente cartas en el asunto de modo a terminar con cualquier indicio o sombra de corrupción sobre el personal a su cargo y también sentar un precedente claro y contundente para los criminales que queman sin piedad y sin vergüenza las, cada vez más, escasas reservas naturales, llenándose los bolsillos impunemente y ensuciando a los ganaderos y agricultores que sí respetan las legislaciones vigentes.